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Me encarame en la barra de aquel puto antro, mi cuerpo sediento pedía bebida fría ,pedía alcohol. Me aproxime al camarero que tenia aires de bohemio melancólico, al lado me sobrepasaba la cabeza de un perro flauta con el alma cándida. Me aleje. Cuando ese tipo de gente te empieza hablar de la evolución y del sentido de la vida en términos relativamente estúpidos, piensas y te miras a ti mismo como eres, ósea te intenta hacer pensar que eres un subnormal, te intenta abducir tu propio pensamiento y no porque el tipo ese tenga la razón, si no porque lo dice un puto libro. Ya iban unas 7 copas de whisky, yo seguí a lo mío, bebiendo y desconfiando de aquel tipejo que se intentaba alojar en lo mas profundo de mi cerebro. Por fin se decanto y se digno a decirme los secretos mas íntimos de Rhonda Byrne, el movimiento de los péndulos, de los planetas y de muchas otras bobadas mas. Acabe empujando a este gran hijo de puta a la pared y pedí otro whisky al camarero. No me gustaba la gente de aquel antro, de hecho no me gusta la gente, pero hago un gran esfuerzo al intentar escucharla. Soy alcohólico no psicólogo. Aunque cuando sobriamente dicen tantas gilipolleces, pues ciertamente no lo puedo tolerar. Uno tiene un rol o rango que acatar y ese rango mío es el de alcohólico o el de borracho, tenia que ser el dueño de aquella barra mística. Me asustaba la idea de que pudiera haber tanto ignorante para comprar tales libros o ver esas películas, para engañarse a si mismos con pura irracionalidad. Pero también dicho buenamente, desde lo mas profundo de mi, me asustaba a mi mismo lo que podía pensar o mas bien lo que podía beber en ese momento. Todo eran grados en esa barra, los 35º de la tarde madrileña no parecían afectar al camarero gay, pero a mi si. Afectaron hasta la ración de oreja que pedí, parecía todo rancio, el gay, el perro flauta, yo, todo era rancio en aquella maldita barra. Me estaba afectando seriamente el no fumar, el tabaco a mi vida, creía que no, pero cuando aquella maldita puta me invito al ultimo whisky me estaba muriendo por dentro, quería vomitarla encima, era duro no poder fumar como los hombres, era duro no ser hombre en ese momento, sentía la necesidad de fumar, mi cerebro me estaba comiendo. Quizás fue lo mejor, haberla dado aquella puta el ultimo trago, quizás fue mejor no haber seguido fumando. Creo que sigo bebiendo para olvidarme de las gilipolleces que algunas personas sueltan estando sobrias o no. Yo no estoy sobrio, ni pretendo estarlo. Es mas, quizás leyendo esto sobrio no tenga ninguna gracia. La puta esa me supo a tabaco desde todos los ángulos y labios. Era como masticar un chicle de Fortuna constantemente, solo que ese chicle gritaba cosas ilegibles en algunos momentos dados. Termine yendo con algunos amigos a ver como pasaban las putas a un portal. Pasaban y pasaban y pasaban, y nosotros no reíamos y reíamos y reíamos . Las noches por Madrid son demasiado grandes para tomarlas descafeinado o tomarlas solo. Sin querer queriendo hago propaganda al tío Gallardon, I love Madrid, I love me.
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